LA NUEVA VIDA EN CRISTO III
Un principio importante de la nueva vida en Cristo es la autoridad, al que el capítulo 13 de Romanos se refiere. Toda autoridad es puesta por Dios, no se gana, no se hereda ni se estudia. La Biblia demanda de los cristianos con mente transformada que nos sometamos a toda autoridad. Es interesante analizar que la autoridad completa y total sobre todo el universo la tiene Dios y que fue su voluntad el delegar parte de esa autoridad en el hombre. Cuando Génesis 1:27-28 dice que le pidió a Adán y Eva señorear y sojuzgar la tierra, fue precisamente la delegación expresa de autoridad sobre el resto de la creación que estaba en el huerto.
Esto provocó la ira, celos y temor del enemigo de Dios, quien vino con artimañas a usurpar dicha autoridad delegada, robándola de las manos del hombre. Pero Dios en su infinita misericordia, envió a Jesucristo a recuperar toda la autoridad de Dios para sí mismo y luego para dársela de nuevo a sus hijos. Cristo tiene potestad en el cielo y en la tierra, sobre toda potestad y principado, sobre toda carne y pecado, sobre la cautividad y sobre la misma muerta. Cristo nos dio potestad de ser hechos hijos de Dios y de convertirnos en coherederos de su gracia y de su autoridad. En Jesús, Dios recuperó la autoridad que le había otorgado al hombre y se la entregó nuevamente. Después de analizar esto, es más fácil comprender porque existen tantos problemas de autoridad y porque la Palabra de Dios nos enseña y exhorta a someternos a toda autoridad, porque la autoridad solamente es de Dios y por Él delegada directamente a los que la ejercitan.
Aunque el contexto del pasaje de Romanos 13 se refiere a autoridades civiles o gubernamentales, es necesario hacer referencia a todo tipo de autoridades, empezando en el hogar, donde la autoridad designada por Dios es el hombre. Note que Dios declara que cuando nos oponemos a las autoridades, nos resistimos a Dios y acarreamos condenación para nosotros mismos. La lucha entre mujeres y hombres fue producto del pecado de desobediencia de Adán y Eva y luego se ha extendido por generaciones; existe una pugna en las familias por la autoridad que muchas veces conduce a la destrucción de vidas y familias completas. La tensión entre padres e hijos, no es sino por la autoridad que Dios depositó en los padres y madres de familia. Otro ambiente de autoridad es el trabajo; tenemos en nuestro país una cultura de oposición entre patronos y trabajadores, entre jefes y empleados, entre los que pagan y los que reciben su salario. Los jefes tratan de aprovecharse de sus empleados, abusando de la autoridad que les ha sido otorgada, los empleados por su lado no ejecutan las labores para las que fueron contratados, en muchos casos simplemente por rebeldía a la autoridad. Luego en la iglesia, el cuerpo glorioso de Cristo, existen también pugnas por autoridad, la rebelión a la autoridad puesta por Dios, aprovechamiento de dicha autoridad, falta de reconocimiento de esa delegación de autoridad de Dios y es una de las razones por las que mayor cantidad de ministros caen en el pecado de autosuficiencia y por el que muchas iglesias y ministerios se han destruido.
El caso más claro es nuestro contexto nacional, donde ninguna autoridad civil o militar es respetada; se asocia a las autoridades con corrupción, con malas decisiones, con malos tratos, con cohechos, con preferencias y tráfico de influencias. Por la mala experiencia y triste historia de nuestro país, nadie cree, ni respeta a las autoridades nacionales. Como pueblo de Dios hemos sido llamados a ser agentes de transformación de nuestro país y esto incluye el respeto y sujeción a nuestras autoridades, pero esto implica varias cosas: primero a orar en medio de los procesos electorales y de nombramientos de autoridades; luego a orar por los que están en eminencia, a expresar nuestra postura, no política, sino nacional conforme a los principios del Reino de Dios.
Pero lo básico es a dar ejemplo de cómo someternos a autoridades, reconociendo que todas ellas son delegadas y puestas por Dios. En el hogar sometámonos a nuestros padres, si somos hijos de dominio, esposas estén sujetas a sus maridos y esposos ejerzan esa autoridad, porque la recibieron de Dios. En la iglesia reconozcamos a nuestra autoridad delegada por Dios y sujetémonos, porque si no lo hacemos en ambos círculos, no podremos hacerlo a nivel civil y nunca podremos transformar Guatemala. Los principios que se aplican son los de 1ra. Juan y 1ra. Timoteo 3:4-5 , si no podemos someternos a alguien que Dios puso y vemos, no nos podemos someter a Dios y si no podemos gobernar bien nuestra casa, como gobernaremos la casa de Dios. Reflexionemos y empecemos a accionar como cristianos de mente transformada.
Carlos R. Ríos V.