¿QUE ORGULLO PROMOVEMOS?
Al leer motores de búsqueda, redes sociales y aún esta misma página veo con preocupación que se adhieren a la celebración del mes y el día de orgullo gay, indudablemente por razones comerciales y de aceptación popular, comprando con ello su imagen de inclusivos.
La Biblia nos enseña que la homosexualidad es un pecado como cualquier otro, que es una desviación humana que tiene su origen en no darle el lugar a Dios. (Romano 1:21-32). Por supuesto esta verdad le está costando el precio a la verdadera iglesia de ser tildada de intolerante, homofóbica y falta de amor. La verdad que es Dios envió a Jesús a morir en la cruz para salvarnos, si, para darnos vida eterna, si y sobre todo para hacernos nacer del agua y del espíritu, es decir para ser transformados en nuevas criaturas.
Jesús no nos ama como somos, sino que nos ama a pesar de lo que somos y por eso hace una obra maravillosa de transformación en la persona que le entrega su vida. Al afirmar entonces que el homosexualismo es un pecado, como la Biblia lo enseña (1 Corintios 6:9-10) el que lo practica lo que necesita es arrepentirse de su pecado, entregarle su vida a Jesús y permitir que su Santo Espíritu lo transforme y liberte de esa tendencia.
Por eso es un poco contradictorio promover el orgullo por un pecado que nos separa de Dios y que nos condena; la iglesia está para amar al pecador, recibiéndolo en su seno y discipularlo en el amor de Jesús que nos transforma y jamás nos deja iguales, sino que nos va perfeccionando, por eso lo que los cristianos celebramos es el orgullo de ser hechos hijos de Dios, da haber sido adptados por el Padre como hijos, lo que afirma nuestra identidad de haber sido creado a su imagen y semejanza, nos creo como varones o como mujeres y de eso estamos agradecidos.
Estamos para atender al pecador y ayudarlo a ser libertado por el Señor de la esclavitud del pecado, presentándoles el evangelio de Jesús, sin importar que tipo de pecado sea, por lo que no somos homofóbicos, ni tampoco metirofóbicos, ni borrachofóbicos, ni odiadores de los que pecan, sino que les amamos y como nuestro Dios queremos que todos procedan al arrepentimiento.
Carlos R. Ríos V.
Palabra Zoe 